OPINIÓN: Deflación o inflación: el tironeo entre el mundo desarrollado y el emergente

29-9-2010 - Mientras Estados Unidos y Europa lanzan medidas para evitar que los precios y la demanda caigan como en el Japón de los años noventa, en los países emergentes hay cada vez mayor preocupación por las presiones inflacionarias que genera el fuerte despegue económico

Desde hace más de 20 años que en el mundo económico no hay una polarización tan marcada entre dos fuerzas antagónicas, al punto de convertir toda la discusión en un tema maniqueo. Hasta la caída del Muro de Berlín, el debate se limitaba a discernir si el capitalismo era mejor que el comunismo, dejando de lado cualquier alternativa o postura intermedia.

Hoy curiosamente vuelven a dividirse las opiniones de manera radical respecto de cuál es el mayor riesgo para la economía mundial: ¿inflación o deflación?, es la pregunta que se hacen muchos analistas a la luz de la situación que están viviendo los países desarrollados (EE.UU., Japón y parte de la Unión Europea) por un lado, y la mayoría de los emergentes por el otro.

Tras la crisis financiera de 2008-2009, los analistas confiaban en que la economía de EE.UU. se recuperara durante 2010, impulsada por la demanda doméstica y la caída en el desempleo. Después de un primer trimestre alentador, hacia mitad de año volvieron a surgir los fantasmas recesivos, tras comprobar que la reactivación no era tan sólida como parecía. Esto hizo revivir el temor a la recesión económica con caída de precios, para lo cual la Reserva Federal está utilizando desde hace más de un año todo su arsenal de políticas monetarias. Como las tasas de interés de referencia no pueden caer por debajo de los niveles actuales (cercanos a cero), la emisión monetaria masiva (quantitative easing) fue el plan B para sacar a la economía del pantano.

Pero a la luz de los resultados, todavía no se han alcanzado los objetivos, por lo cual la Fed sigue preocupada por la amenaza deflacionaria, un flagelo que padeció EE.UU. durante la Gran Depresión de la década de 1930 y Japón más recientemente, durante toda la década de 1990.

En su reunión de los últimos días, el organismo planteó explícitamente esta inquietud de que la inflación se encuentre por debajo de los niveles convenientes para mantener la estabilidad de precios: “el Comité Abierto de la Fed continuará revisando las previsiones económicas y el desarrollo de las condiciones financieras y está preparado para añadir nuevas medidas acomodaticias si la recuperación económica necesita apoyo y para devolver la inflación a niveles consistentes con el mandato”, afirmó el comunicado publicado tras la reunión.

Vista desde la UE, la situación que afecta a EE.UU. no sería tan grave, aunque la política monetaria de su Banco Central (BCE) también fue “acomodaticia” para impulsar la reactivación, llevando las tasas de interés a niveles muy bajos. Sin embargo, para su presidente el horizonte parece despejado. “No veo la materialización de un riesgo de deflación, ni tampoco de inflación en este momento”, dijo Jean-Claude Trichet al Financial Times. Esto lo puede decir ahora, que se supo que la economía alemana, locomotora de la UE, creció un 2,2% durante el segundo trimestre de 2010. Hasta hace unos meses, el discurso del organismo europeo era otro.

En el campo de los que ven a la inflación como el verdadero enemigo a vencer, hoy está alineada la inmensa mayoría de los países emergentes. Exceptuando los particulares casos de la Argentina y Venezuela, que por un lado niegan el problema y por el otro han contribuido a alimentarla con políticas en gran medida populistas, el consenso en el mundo emergente gira hacia la suba de tasas de interés por parte de los bancos centrales para contener estas presiones.

La India es hoy el caso más extremo de estas economías que han venido creciendo muy rápido en esta última década. El gobierno indio anunció un endurecimiento de su política monetaria para contener una inflación que ya supera el 11% anual (para tener en cuenta, el máximo nivel de inflación que sufrió EE.UU. en los últimos 50 años fue del 13,5%, en 1981).

En Australia también están evaluando un aumento de tasas para contener el impacto de la suba de precios de los commodities metalíferos, importante fuente de ingresos de la economía australiana. Y en líneas generales, se comprueba que las monedas emergentes tienden a apreciarse, mientras que las de los países desarrollados se deprecian.

¿Cuál es el mayor peligro para la economía mundial frente a estos dos escenarios? A diferencia del pasado, cada vez más analistas plantean un contexto en el que los inversores deberán acostumbrarse a convivir con ambos flagelos en distintos mercados mundiales al mismo tiempo. De hecho, a la Fed le preocupa la deflación, pero los precios de muchos bienes y servicios han venido creciendo en EE.UU., como las tarifas aéreas, las naftas, la educación y la salud. De acuerdo con estos analistas, las estrategias de inversión deberán ser más sofisticadas para sacar el máximo de provecho a estas realidades tan cambiantes y volátiles.

Sin embargo, también hay especialistas que sostienen que tal vez este dilema entre deflación e inflación termine resultando falso, empujando a toda la economía mundial hacia otra era de inflación creciente. En la visión de Gerald O’Driscoll, académico del Cato Institute y ex vicepresidente de la Fed de Dallas, “la Reserva Federal ha demostrado a los mercados que no está dispuesta a restringir su política en el futuro cercano. Probablemente, permitiría subas sustanciales de la inflación antes de actuar en ese sentido”. La experiencia argentina muestra que en la medida en que se siga emitiendo dinero, el impacto sobre la tasa de inflación terminará siendo inevitable.

Martín Burbridge Buenos Aires - www.cronista.com