OPINIÓN: El mundo está alineado para Argentina, pero ¿estamos alineados con el mundo?

13-10-2010 - La sensación que dejó la semana pasada las deliberaciones que se realizaron en Washington en la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial es que los emergentes tienen por delante un panorama envidiable. El propio Fondo reconoció que la recuperación de los países en desarrollo los sorprendió. Claro, no pudo con su genio y automáticamente recomendó medidas para enfriar la economías. Ajuste fiscal y apreciación de las monedas, al tope de los consejos.

¿Cómo se puede pasar en el lapso de apenas seis meses a vaticinar un largo y doloroso periodo de recuperación en todo el mundo a mostrarse preocupado por un ‘exceso de crecimiento’, al menos en los países en desarrollo? Brasil a la cabeza y la Argentina detrás, estuvieron entre los portavoces de las naciones que rechazaron aplicar esta receta. Si Estados Unidos, Japón y Europa tienen serios problemas de competitividad -porque China continúa depreciando el yuan- las naciones latinoamericanas no pueden ser la variable de ajuste, argumentaron.

Fuentes oficiales de la comitiva argentina confirmaron que la reunión del G-20 que se desarrolló el fin de semana en Washington contó con fuertes acusaciones cruzadas. La pelea de fondo, claro, es entre estadounidenses y chinos. Pero tanto Brasil como Argentina dejaron en claro que no apreciarán sus monedas para ‘exportar‘ la crisis a la región, dejando sentada la posición oficial en lo que fue bautizado como la ‘guerra de divisas’.

No hay dudas que el mundo está alineado para países como la Argentina. Estados Unidos y Japón tienen las tasas en niveles de casi cero para apuntalar la salida de la crisis. Los precios de los comoditties siguen impulsados por la demanda de China y los mercados internos de la región muestran un sólido nivel de consumo. Aunque la ‘teoría del desacople’ parece haber hecho agua en plena crisis, según un estudio del Banco Mundial se verificó con nitidez en la salida de la depresión. Mientras los emergentes de Latinoamérica lo hacen a tasas aceleradas, el mundo desarrollado navega sin rumbo preciso aun.

Pero si bien Brasil y la Argentina compartieron su postura en Washington, no son lo mismo a los ojos internacionales. Brasil sin dudas es la estrella del momento. El presidente del Banco Central de este país, Henrique Meirelles, se paseó por la capital estadounidense dando conferencias en donde no cabía ni un alfiler. Se fue ovacionado a cuanto encuentro asistió. Aun cuando lo más probable es que en poco tiempo deje de ser el titular de la autoridad monetaria de ese país, envió a los inversores un mensaje de continuidad en las políticas implementadas por Lula, gane quien gane en las elecciones de segunda vuelta.

La Argentina es otro cantar. Se le reconoce al Gobierno pericia en el manejo económico. No hacerlo con ocho años de crecimiento a una tasa promedio del 7,5% sería necio. Pero ni todo es ‘viento de cola’ ni todo son aciertos de la Rosada. La realidad suele ser mucho más compleja.

Nadie duda que la Argentina tiene por delante al menos 18 meses de un auspicioso momento económico. La bolsa y los bonos locales, como siempre, ya anticipan este escenario. Sin embargo no se arriesga un vaticinio definitivo para el mediano plazo del país (ni hablar del largo). La principal traba es que se incuban en el seno de la economía desequilibrios que en algún momento deberán ser ajustados: inflación, tarifas congeladas, default con el Club de París, etc. ¿Cuándo? Si alguien le dice que lo sabe, usted desconfíe.

¿Qué diferencia existe entonces entre Brasil y la Argentina? Los cambios en el ajedrez financiero mundial Brasil los intenta hacer dentro del sistema. No viene a romper la estructura vigente, sino a modificarla desde la participación activa. Un ejemplo: hace sólo un año atrás aportó u$s 4.500 millones para capitalizar al Fondo en plena crisis. Pero nunca, tanto ayer como ahora, dejó de reclamar a viva voz cambios, ni negó una revisión de su economía. Porque su estrategia apunta a hacer propio el organismo, para moldearlo según cree debe ser la real función del FMI. No patea el tablero, sino que apuesta fuerte.

Mientras tanto, Brasil se consolida como la potencia regional. Su política exterior sigue una línea. Itamaraty es una cantera de funcionarios profesionales, con alta formación de carrera, que saben hacia dónde quieren ir. Trabajan codo a codo con los políticos de turno en el Gobierno, conscientes del rol que le cabe a cada uno. ¿Nosotros? Nosotros twitteamos.

Por Juan Cerruti, subeditor de Economía - www.cronista.com